Hubo en un pueblo un hombre llamado Tonto, que venía de Babilonia, por ello era conocido antes todos como "el tonto de Babilonia". Era un muchacho de no muy temprana edad que se dedicaba a pasear por el pueblo, hacía trabajillos por aquí y por allá; el problema, decían todos, estaba en su cabeza.
Despistado, distraído, olvidadizo; si tenía que llevar manzanas a casa de Doña Damiana, le daba no se que cosa en la cabeza y las llevaba a la tiendita de Pancreta
- Ay tonto ! Pero si esto no es para mi ! Tienes que llevárselas a Doña Damiana, si sabes donde vive ? Ahí a la derecha y doblas, la primera calle, la casa con la puerta de madera y las paredes rojizas despintadas -.
Era el colmo, ya fuera con el herrero, el carpintero o hasta el sastre, el pobre Tonto no hacía más que confundirse de destinatario y de paquete.
Un día, a Don Pablo se le movió el tapete y confundió, al salir de la taberna, el camino de regreso a casa. Tocó tres veces y se asomó Doña Antonieta
- Ay Don Pablo ! Pero que hace usted aquí ? Y a tan entradas horas del anochecer -
- Pero...Antonieta, que es lo que hace usted en mi casa ? -
- Don Pablo, esta no es su casa, es la mía -
- Ah - y miró las paredes, la puerta de madera con doble vista, a Doña antonieta asomada solamente de la mitad para arriba, la ventana a la derecha, la cocina atrás y el comedor en la vista de todos - pero...si esta no es mi casa -
Y Doña Antonieta soltó la carcajada - Ay don Pablo ! Ya se está usted pareciendo al Tonto de Babilonia ! -
Desde ahí, cada que alguien se despistaba de camino, o confundía lo que no debía de confundir, la gente que conocía al tonto se reía y le decía "ya te estás pareciendo al tonto". Otros, por su parte, les encantaba gritar cuando alguien cometía algún error por las calles:
- pero si serás como el tonto ! - de tal modo que ésta persona se sintiera humillada y devorada por todas las miradas de la gente que tenía a su alrededor.
Y así, el tonto fue pasando de boca en boca con cada despistado, bajo cada humillación, dió la vuelta al mundo...y se quedó tonto para siempre.
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1 comentario:
Independientemente de algunos detalles ortográficos; creo que sería bueno que manejaras un tono más localista o regionalista, podrías una habla más pachuco o de banda; para esto puede ayudarte poner referencias a nombres de calles o barrios (pudrías divertirte inventándolos) o hacer mención de que te lo conto un amigo tal que lo supo por tal, de esa forma podrías dar el efecto de que esa historia se común. Por otra parte, podrías contar una historia más del Tonto para aclarar que si es muy tonto.
Entre otros detalles, no creo que sea necesario que seas tan específica en la descripción del ambiente en el momento de los diálogos; con que pongas una aclaración basta; por ejemplo:
Don Pablo, esta no es su casa, es la mía… ¡AH caray! pero...si esta no es mi casa.
Si empiezas a plantear el espacio (además de que el lector no tiene conocimiento de la casa original) le quitas peso al hecho importante, que se ha equivocado de casa.
Yo recomendaría que cambiaras el narrador a primera persona, de esa manera se justifica el habla que utilices y se aumenta la intimidad con el lector; puedes incluso poner elementos como: fíjate que, sabias que, el otro día en x lugar, puedes hablar a veces en tercera persona del plural.
Los diálogos no te preocupes por ponerles guiones, ya pasó esa época en la que hay que quedar claros ante el lector; la historia es clara y sencilla, dale un poco más de ambigüedad marcando con mayúsculas el inicio de cada interlocutor, aun con comas; a la manera de José Saramago, con eso es suficiente.
Finalmente creo que queda bien la historia sin las últimas dos líneas; es pura retorica y resulta reiterativo; ya está bastante bien plantado en la historia la idea de que el nombre del Tonto se va recodificando en todo el mundo.
Bueno me pediste el comentario y ahí lo tienes. A chambear. A ver cuando charlamos un rato. Suerte, bye.
Atte. Víctor M. Fernández H.
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